El padre de Kay, Kevin, era el único hijo de 2 supervivientes del Holocausto. Pese a que al padre de Kevin le faltaban el pulgar y el índice, su madre tenía un tic nervioso y ninguno de los progenitores tenía parientes, nunca se habló de la guerra en la casa de Kevin, aun cuando el padre o bien la madre encendieron una vela Yahrtzeit para conmemorar la muerte de uno de los abundantes hermanos que habían fallecido a lo largo de exactamente la misma.

Kevin tuvo un accidente cuando era un pequeño pequeño, y su cara estaba demacrada, mas el tema jamás fue abordado, ni por Kevin, ni por sus padres, ni por su esposa. Hasta hoy, Kay no sabe lo que le pasó a su padre para causar semejantes cicatrices.

Kadisha se fue de casa y llegó al norte a los 16 años, manteniéndose con las uñas y el pelo. A los 17 años se inscribió en una clase de historia, solo para divertirse, en el instituto comunitario local, donde conoció a Kevin, haciendo sus prerrequisitos para el título en administración de empresas que decía que siempre y en todo momento había querido, y se casaron – una extraña pareja, seguro – cuando tenía dieciocho y él 19 años, embarazada de un hijo – otro secreto que jamás se supo.

“Dile a tu padre,” Kadisha le ordenaría a Kay, “que estoy harto de su tratamiento y que si no le agrada esta cena, que se busque a alguien más que se la cocine.”

“Y puedes decirle a tu madre”, le afirmó Kevin a Kay, “que tiene suerte de tener un hombre tan sólido y recto como , déjala ir y ver qué más puede localizar, en especial cuando se dirige a remolcar a 5 niños”.

Y entonces los pequeños comenzaron a llegar a la adolescencia, con Kay al frente.

Los pequeños eran realmente todos “buenos niños”. Básicamente les fue bien en la escuela, tuvieron aproximadamente éxito socialmente, fueron respetuosos. No reflejaron en modo alguno la disfunción que invadió su hogar, hasta el momento en que Kay llegó a su último año de secundaria y se quitó los guantes.

Y Kay compartió ciertas cosas en terapia, pero evidentemente no deseaba ayuda. Ella estaba en un mal camino, y aquí está el punto en el que todo esto llega: sus hermanos florecieron. Siguieron teniendo un buen desempeño tanto social como académico, y trabajaron fuera de la empresa.

Pronto un pequeño que conocía –periféricamente, mas aún de este modo- murió de una sobredosis de drogas, y le aconsejé un programa de rehabilitación de drogas para Kay- en parte para tratar su creciente dependencia química, y en parte para sacarla del sistema familiar que estaba causando su decadencia.

No se deje desempeñar el papel de paciente identificado – no vale la pena su vida.

familiograma ejemplo

https://genograma.top

I BUILT MY SITE FOR FREE USING